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12/2/11

Lo que no se grabó en Videotape

Era inevitable que una recapitulación tuviera lugar algún día. El momento arriba. Justo a las 5 semanas. De nuevo solo. De nuevo no lo quisiera. Aunque la urgencia no es tan desesperanzadora como en aquel ayer. El humo interior continúa con su racha, aun cuando el cuerpo no tenga rastro de él.

Salgo, veo al único testigo de todo. Es reconfortante la plena seguridad de que nunca dirá una palabra sobre mi situación de esa penúltima hora del 8. Camino sobre el césped. Veo la misma penumbra que corresponde al crepúsculo. Me fijo y las huellas que dejamos al limpiar la mesa del polvo, se han ido. Los espejos se fueron casi el mismo día. Te los hubieras llevado esa misma vez.

Me regreso, prendo la luz del patio. ¿Quién diantres encendió ese día la luz? Otra más que no recuerdo ...

La inspiración para la presente llega entonces y me subyuga; no la reprimo y me subo aunque ya tenga un tiempo exagerado de estar aquí. Antes, me percató de las diferencias que hay con ese día: sin duda no me dejaste tan temprano. Explicaciones olvidadas con una muy diferente sesión de electrochoques a las que se acostumbran. Pero aún recuerdo aferrándome a las indicaciones; el miedo empezaba a llegar. El sillón. Imágenes sin tiempo. El reloj; sí, el mismo que no me ayudaba, el mismo que no estaba de acuerdo con el mío biológico. Mi envidia hacia tu ayuda consciente. Las galletas en el baño; las mismas que hoy todavía no se acaban. Mil y un incongruencias hilarantes. Y a la mitad de todo, la inevitable partida. Mi deseo egoísta y aniquilante por sostener la única voladora que me guiaba con consejos repetitivos, a los que me sujetaba débilmente por la desconfianza mayor, que tornaba las repeticiones en insuficientes alientos. Había llegado mi tiempo. La sonrisa dominante de la muerte.  Mi intento por caminar en las invisibles habitaciones. El absurdo contacto con este mundo cuando me crucé con el testigo.

Después de las mil batallas que tuve mientras tecleaba el entonces presente temible, comía, escuchaba, en otro punto que también se extinguió de la memoria, recordé a Leonel, y la promesa que me impuse cuando me hizo la tercera o cuarta oferta desquiciante hace poco más de media docena de años: escribir una canción en el idioma de la supernova desconocida.

De esto último, fui poseído, ya que también fui sólo el catalizador, también se escribió sola esa canción, porque me percaté semanas después de terminado el acontecimiento de sustracción al reabrir mi pequeño, viejo y rojo cuaderno. Lamentablemente, fue dirigida a alguien. A diferencia de la otra, que no tuvo tanta especificidad, los versos que ese yo escribió sólo fueron pensados para una persona.



[... otra vez.]

1 comentario:

  1. ahaha.. qe paso con "no puedo hacer entradas largas" ahaha patrañs namas qieres chispear a los seguidores! tuu muy mal!

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